08 septiembre, 2010

EL PINTOR DE LINCOLN BOULEVARD


Por Ulises Rivero

Todo hombre fuerte alcanza indefectiblemente aquello que el

verdadero instinto le ordena buscar.
(Hermann Hesse)

De muchas maneras quería empezar a escribir la experiencia que quiero compartir, buscaba un título, pero no me venía ninguno. Después de una maravillosa velada con mi esposa, de haber soñado con mi apartamento en Nueva York, mirando la bahía; pintando un hermoso cuadro inspirado en una canción de Silvio Rodríguez, puse mi cabeza en la almohada y no tuve más remedio, minutos más tarde, que encender mi lámpara y empezar a escribir.

Y cual sería el motivo sino el Arte, la pintura, todo lo que me motiva y emociona en la vida. Luego de unas merecidas vacaciones por Miami, tuve una experiencia que de veras me impresionó y, no fue precisamente las playas o las muchachas haciendo topless alrededor mío, ni tan siquiera el hermoso Lincoln Boulevard lleno de finas tiendas y restaurantes; o las galerías de Arte: del Arte más avant-garde.

Saliendo de la galería de uno de los pintores mejor pagados de Miami y justo frente al Centro de Arte de Miami Beach me topé con una diminuta persona, no de tamaño, aunque la vida igual le ha jugado una mala pasada, pues le ha privado de sus brazos, quizá de su casa; de la consideración de sus semejantes. Pienso que el crimen mayor ha sido privarle de la oportunidad de demostrar que a pesar de sus límites, es un artista con mayúsculas que se alimenta de su arte, del arte que hubiera hecho con sus manos.

Una pregunta saltó al vacío: ¿Cómo es posible que este hombre estando justamente frente a dos grandes galerías de Arte no se hayan fijado en él? Quizá por su condición física o por su aspecto de homeless. El caso es que allí estaba, no pedía limosna, sólo esperaba que alguien le comprara alguna de sus pinturas para “sobrevivir”.

Esa imagen la tengo grabada en mi memoria, a pesar del correr de los días. Tuve la oportunidad de hacerle unas fotos, no lo hice con la idea de lucrarme con una imagen que puede sobrecoger, más bien lo hice con el objetivo de ayudarle a salir del anonimato y de que alguien, con más posibilidades que yo, incluyendo a la propia ciudad de Miami, le tendiera la mano a un artista de médula, no a un sin techo, ni a un desvalido, sino a un hombre con talento.




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