07 abril, 2014

HABITANTE DE LOS ESPACIOS INFINITOS




 Don Juan decía que algunos hombres de conocimiento,
después de una vida de lucha impecable, deciden permanecer,
mientras que otros se disuelven como soplos hacia el infinito.
Carlos Castaneda

El tiempo, tal y como lo vivimos y lo creamos, encarna nuestra progresiva desaparición; estamos al mismo tiempo vivos y enfrentados con la muerte: ese es el misterio de todos los seres vivos. La conciencia de este inevitable desaparición ensancha nuestras experiencias sin disminuir nuestra alegría.
Roman Opalka

Roman Opalka fue un pintor polaco nacido en Francia.  Su obra -siempre bajo el título Opalka 1965/1 a infinito- apenas registró cambios Su trabajo está realizado mediante un método muy estudiado:  sobre un lienzo invariable de 196 x 135 cm y los números, dibujados en apenas dos trazos de idéntico grosor, siempre con un pincel número cero pintado de negro, el artista empezaba a escribir los números naturales en blanco, en orden, desde el extremo superior izquierdo hasta la esquina inferior derecha. En 1968 pasó del fondo negro al gris, y en 1972, al alcanzar la cifra de 1000000, empezó a aclararlo progresivamente, introduciendo cada año un 1% más de blanco. En 2008, finalmente, se encontró pintando cifras blancas sobre fondo blanco que denominaba blanc merité, o blanco merecido.

Al final de cada sesión se fotografiaba siempre en la misma posición y con la misma iluminación con lo que se ha registrado su envejecimiento a lo largo de 46 años vividos entre Polonia, Alemania, Estados Unidos y Francia, donde se asentó en 1977.

Al acabar de pintar cada número, el autor lo repetía en voz alta en su lengua materna -el polaco- grabándose en una cinta magnetofónica, así  empezó a grabarse pronunciando los números que iba pintando, unos 400 cada día y entre 20.000 y 30.000 por lienzo. Además, tras finalizar cada lienzo, se realizaba una fotografía delante del cuadro, siempre en las mismas condiciones técnicas y de iluminación para poder comparar la sucesión creciente de números -y el cambio de tonalidad del fondo, en su caso- y el envejecimiento del artista.

Roman Opalka pintó un total de 233 cuadros en los que cada número, como cada segundo y cada minuto de nuestras vidas, precedía y era sucedido por una interminable procesión de líneas cuidadosamente ordenadas. Murió el día 6 de Agosto de 2011 mientras estaba de vacaciones en Roma, a punto de cumplir 80 años.

Le decía Don Juan a Carlos Castaneda en Viaje a Ixtlan que hay números infinitos de líneas que nos juntan a las cosas. Que el ejercicio de no­-hacer ayuda a cualquiera a sentir una línea brotada de la mano en movimien­to, una línea que uno podía colocar o arrojar donde quisiera. Opalka me hace sentir que sólo si nos montamos en el momento y lo usamos para llevar la totalidad de nosotros mismo hasta el infinito, en cualquier dirección, una se convierte en una ráfaga de luz y ya nunca vuelve a recuperar su forma. Ese es el reto mayor, la unión de nuestra conciencia con el infinito. Él  bombardeó su obra con una profusión de números y dejó que nuestras mentes se atur­dieran con la cantidad y la variedad de movimientos, y con la implicación de que cada uno de ellos, indi­vidualmente, era un sendero que conducía al infinito. Opalka era un viajero cósmico y su misión fue fluir con la energía del infinito.

 Roman Opalka

 
  Roman Opalka

 Roman Opalka

  Roman Opalka

  
  Roman Opalka





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