05 febrero, 2011

DÍAS DE LLUVIA Y SOL


Días de lluvia y sol

Fotografías de Leo Simoes

A todo largo recorrido, del cuerpo y la expresión, suceden,

como interminables estaciones de apeo,

unas huellas desnudas y rotas.

Javier Búrdalo

Rastros cercanos

Los viajes están repletos de rostros y lugares extraños que de repente pasan a formar parte de nuestra realidad más inmediata. Frente a lo novedoso nuestra capacidad de asombro aumenta, estamos especialmente atentos a los estímulos que recibimos y somos más conscientes de los vínculos que generamos a nuestro alrededor. Así es como la predisposición al conocimiento del mundo exterior genera paralelamente el descubrimiento de uno mismo.

Leo Simoes revela este proceso de aprendizaje personal a través de sus fotografías y, además, nos invita a contemplarlas como espectadores activos capaces de generar relatos propios. Para facilitar el desarrollo de una narrativa global e integradora, el autor utiliza diversos registros fotográficos que le permiten trazar diferentes líneas de comunicación dependiendo de los motivos representados.

El equilibrio de las composiciones y la utilización del blanco y negro favorecen la creación de paisajes calmados, envueltos en un halo de irrealidad y misterio, que dan pie a la reflexión. Por ello, si dirigimos nuestra mirada a los cielos nubosos que dominan el horizonte, es fácil que nos adentremos en el paradigma romántico relativo a la magnitud de la naturaleza o la incertidumbre del porvenir.

A través de los retratos descendemos un pie a la tierra y tomamos conciencia de la vida de los habitantes del lugar. Observamos con detalle sus rasgos, nos reconocemos en sus gestos, y comprendemos que tras el velo cultural dormitan nuestros mismos miedos e inquietudes.

En la cotidianidad del viaje se dan también encuentros fortuitos con otros seres vivos u objetos con los que establecemos relaciones a nivel sensorial y estético. El autor fotografía estos motivos de manera intuitiva, como si se tratase de una manifestación espontánea de los ritmos plásticos de la ciudad que, por supuesto, son necesarios para entender el sentido de la obra. Un conjunto de vivencias que exceden las vinculaciones geográficas para formular narrativas más complejas en las que se amplia el ámbito de participación del espectador.

Nerea Ubieto

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