17 enero, 2012

LA MEMORIA MISMA


"Hay que estudiar el trabajo de otros fotógrafos, de los buenos, de los mediocres

y de los malos, para no cometer los mismo errores".

Frances Benjamín Johnston


Lo que una mujer puede hacer con una cámara es el título de un famoso artículo de Frances Benjamín Johnston publicado en el Ladies Home Journal en 1987, un hito en la historia de la fotografía, una ayuda y un referente para mujeres que querían alcanzar cierta independencia, para no tener que someterse al yugo de un padre, de un marido o de la familia.

Leer hoy este artículo nos provoca cierta sonrisa, lo leemos en clave distinta, han pasado más de cien años, a más de uno le puede parecerle muy ingenuo, casi naïf, pero debemos trasladarlo a 1897, y ver lo que supuso entonces, de ayuda, para algunas mujeres a encontrar su propia voz y su salida profesional. Johnson lo escribió con 34 años, cuando ya había alcanzado experiencia y prestigio y su nombre ya significaba algo en el mundo de la fotografía.

Fue una de las primeras mujeres fotógrafas americanas, unas de las primeras fotorreporteras de su país y una defensora tenaz a lo largo de su vida, de las mujeres fotógrafas y de sus derechos.

Nació en 1864, (Grafton, West Virginia), vivía en un entorno privilegiado, sin embargo, desde muy joven tuvo claro que quería conseguir la autosuficiencia económica, crearse su propia trayectoria y modo de vida, por eso quiso formarse artísticamente.

El fotoperiodismo fue una de las salidas profesionales del momento para algunas mujeres, Johnston sobresalió, se convirtió en una pionera en varios ámbitos. Ella era consciente que en un futuro sus fotos servirían para saber sobre su época. El reportaje titulado Mammoth cave by Flashlight en 1892 la consagró como fotógrafa.

Fotografió a personajes tan emblemáticos como el escritor Mark Twain, a la escritora Charlotte Perkins, Susan B. Anthony, conocida por el importante papel que jugó en el movimiento de los derechos de la Mujer en el s. XIX. En 1896 se pone al mundo por montera al autorretratarse de mujer liberada, con la voluntad de representar a la “New Woman”; en la pose adopta una actitud algo desafiante, en una mano sostiene un cigarrillo y en la otra una jarra de cerveza. Esta fotografía se ha convertido en su autorretrato más famoso, pues se autorretrató con frecuencia adoptando diferentes personalidades.

En el año 1900 la seleccionaron para actuar como una de las delegadas del International Congress of Photography celebrado conjuntamente con la Exposición Universal de París. Habló en nombre de las fotógrafas americanas y comisarió una muestra de unas 150 imágenes de más de 28 fotógrafas de su país. La exposición viajo a Rusia, así ponía en evidencia que existía mujeres con talento capases de expresarse en el campo de las artes visuales, un mundo que se les había negado hasta entonces, por estar dominado por hombres.

Johnston recorrió muchos km anualmente, entre 1933 y 1939, en su búsqueda por encontrar los iconos del pasado arquitectónico americano a punto de desaparecer, así logró descubrir lugares olvidados desde hacía décadas.

Sus fotografías documentaron para las generaciones futuras ejemplos de la primera arquitectura americana. Sus fotos abrieron los ojos al público de la importancia de la conservación y de la arquitectura, tiempo antes de que la conciencia de patrimonio y conservación se convirtieran en algo popular.


En contraste con la vida que llevó, bastante pública y mediática, su muerte pasó casi desapercibida por la prensa, por lo que se sabe, sólo el New Orleans Times-Picayune se hizo eco de su muerte pero con una fecha incorrecta. El trabajo de Frances Benjamin Johnston fue un regalo para los ciudadanos de su país.














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