Cariño, deja ya de confundirme
Jugar al escondite, fingir, mentir. Distorsiones, fragmentos de ti misma en la medida en la que los otros esperan, confían o sueñan con que seas otra. Proyecciones femeninas en los otros. Otros que ven, que construyen, que leen, que pintan, que miran. Grietas, márgenes, imágenes y nociones que nunca son lo que se espera realmente sino una especie de performance de género. El espejo devuelve tu propia imagen y la constitución de ti misma. El espejo, y en su lugar, la pintura o la fotografía re-colocan al sujeto en la posición de re-definirse, de re-encontrarse cada vez que se produce esa unión entre el yo y su retrato (o lo que se le parece). Imagen, sí, pero al cabo frágil, dislocada y cambiante.
Mirarse al espejo es desnudarse, reconocerse en una imagen ajena que se te parece a ti misma, pero que –en ningún caso– eres tú misma. No se trata de una autocomplacencia aviesa sino de una reflexión personal acerca de la propia constitución. Una reflexión que, en este caso, pasa por varios ejes. Uno de ellos, el de la emigración y la ruptura para el sujeto des-terrado. Al extrañamiento de no estar en tu propio –si es que algo propio tenemos— sitio se le suma, en el caso de esta exposición, la fractura del propio ser mujer. Tradicionalmente una dicotomía ha marcado la constitución del sujeto femenino: lo público y lo privado. Encierro, prisión, camino hacia ninguna parte. Es justamente estos espacios donde se ha de conformar la imagen de la mujer avocada siempre a la autodefinición.
Mundos femeninos, mundos en contradicción, rupturas. Re-invenciones, siempre a partir de cero, del punto de fuga más cercano, que es el de hace cinco minutos. El futuro no existe sino que es, también, una construcción especular. La fotografía o la pintura sirven de vehículo, de círculo fronterizo en esa re-creación personal. Extrañamiento de mi misma, de la tierra que pisan nuestras plantas en la medida en que solo somos lo que hoy nos devuelve el espejo y nada más que eso. No soy quien creía ser hoy, sino quien seré mañana y solo mañana. No tengo más medida que yo misma, que mi propia imagen desfigurada, a ratos, por la conciencia de mi desconcierto ante la realidad de hoy. Ironía y lirismo, son dos de las maneras en que esta exposición descubre lo femenino.
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